Jesús, buen amigo

Jesús Bozal
-

Su trabajo en pro de la cultura le ocupó y preocupó hasta el final de su vida. Su legado es sobresaliente

No  hace mucho, Jesús Bárez nos recordaba: «¡Ya toca, no, un viaje a Collioure!» Sí, tenía razón. ¡Cuántas veces hemos visitado, cada uno en su momento, el cementerio en donde reposan los restos de Antonio Machado! Sentíamos los dos una atracción especial por ese pequeño rincón de Francia, hermanado con Soria desde diciembre de 1993, en donde hemos vivido con tanta simpatía sus aniversarios machadianos, solemnes y emotivos, en su Sala de Cultura; sus ofrendas de flores a las doce en punto, y el recorrido por sus calles y casas de colores, tan cerca del mar. Allí Jesús hizo buenos amigos, que le recordarán sin duda el próximo día 25. 

Jesús era un hombre discreto, paciente, buena persona, pero, sobre todo, culto e inteligente. Otro día, en diciembre pasado, nos encontramos frente a la magnífica vista exterior del Convento de Santa Clara. No te puedes imaginar, nos dijo, «la vista interior». Tenía razón: una joya y un magnífico trabajo de restauración. 

Durante algunos años compartimos con él las aulas del Instituto Antonio Machado. Colaboramos en la preparación de la IV Semana Francesa, que la pandemia hizo imposible. Incluso, por lo que hemos leído, compartimos en su tiempo la lectura de Demian, el libro de Hermann Hesse. Y, últimamente, hace menos de un año, en abril, los actos de las I Jornadas Leonor Izquierdo Cuevas y el estreno mundial de la Cantata del músico catalán, Jaume Aguilar i Mas. ¡Cuántas iniciativas culturales ha impulsado Jesús Bárez durante sus años como concejal de Cultura del Ayuntamiento de Soria!

De voz clara, discurso estructurado y mensajes pensados, sencillos y concretos, Jesús Bárez era una persona amable, sabia y digna. Un filósofo profesional y vocacional. Un hombre con una gran «experiencia de la vida», como escribiría Julián Marías de Antonio Machado. 

Cuando nos recibía en su despacho, o nos encontrábamos en la calle, su saludo era siempre el mismo: «¡Buenos días, majo!» Y enseguida hablábamos de los proyectos que compartíamos, de lo que estaba preparando, de otras actividades  previstas. Había confianza. Con él recorrimos la Exposición de María Casares en el primer piso del edificio Gaya Nuño. ¡Qué grandes fueron los tres: María, Juan Antonio y Jesús! Tres artistas comprometidos, tres personalidades reconocidas, tres nombres que han marcado cada uno de ellos toda una época. Con José María Martínez Laseca potenció la Capilla Leonor. Y no nos olvidamos de su interés y pasión por la Red de Ciudades Machadianas. 

Caminar junto a Jesús, tomar un café con él, suponía compartir unos momentos de enriquecedora convivencialidad. Siempre respetuoso, escuchaba y hablaba, expresaba sus ideas y las desarrollaba. Con su inteligencia natural, se esforzaba en entender y comprender cada contexto. 

Su trabajo en pro de la cultura soriana, en fin, le ocupó y preocupó hasta el final de su vida. Su legado es sobresaliente. Su ilusión por todo lo que hacía queda como una lección magistral de futuro. Zamorano de nacimiento, encontró en Soria la patria ideal en la que enseñó y aprendió, disfrutando en total harmonía su filosofía de vida: respetar y ser respetado. Jesús, buen amigo, hasta siempre.