Editorial

Los candidatos se olvidan de las propuestas

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Quienes esperaran del único cara a cara electoral entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, un debate igualado fallaron estrepitosamente. A Sánchez se le debió hacer largo el único de los seis debates que quería mantener con el aspirante del PP y en su fuero interno seguro que agradeció que su rival los rechazara. Ha bastado un único debate para desmontar al candidato socialista a la reelección y dejar a las claras el contraste con Feijóo.

La opinión publicada era ayer unánime a la hora de valorar la efectividad de uno y otro discurso, las habilidades de ambos, la fiabilidad y confianza que consiguieron -o no- transmitir. Al líder 'popular', al que todas las encuestas conceden de lejos la posición de ganador en las próximas elecciones generales, se le vio sólido y capaz de marcar un perfil presidencial, que a nadie debería sorprender por su larga experiencia política y sus cuatro mayorías absolutas en Galicia. Feijóo llegó a recordárselas a Sánchez y a un Partido Socialista que ha intentado presentarle como un aspirante novato.

Pedro Sánchez, por su parte, transmitió fuertes dosis de ansiedad, contrariado por un rival que consiguió desencajarle muy temprano y bloquearle a la hora de defender incluso los puntos menos discutibles de su gestión. El primer bloque del debate, sobre temas económicos, fue buen ejemplo de ello, incluso con la utilización para ello de algunos datos dudosos por parte del candidato 'popular'. En ello estuvo la mayor habilidad del gallego que consiguió invertir los papeles y presentarse como un candidato confiable, tocando con reiteración el flanco más débil del socialista, el de la credibilidad. Para ello le recordó la falta de escrúpulos para sumar apoyos, pero también las indeseables consecuencias de la Ley del 'sí es sí' y agujeros de la gestión económica como el exponencial aumento de la deuda.

Mientras tanto, Sánchez se vio incapaz de contrarrestar incluso el gesto más efectista de Feijóo, cuando le brindó un pacto para que ambos se comprometan a permitir la investidura de quien encabece la lista más votada, contradictorio con lo ocurrido en Extremadura o en ayuntamientos como Valladolid, Burgos, Toledo, Talavera o Guadalajara, donde el PP ha desplazado al PSOE como fuerza más votada, merced a pactos con Vox.

Por lo demás, el debate resultó por momentos bronco, salpicado de continuas interrupciones en el discurso por ambas partes y adoleció de una falta de propuestas casi absoluta. Los dos candidatos debatieron con intensidad, pero más que de los temas propuestos, sobre reproches mutuos, permitiendo constatar que los debates electorales son una herramienta más para medir a los candidatos que para comparar programas y políticas, de las que ninguno pareció muy interesado en hablar.