Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El 28-M no cambiará demasiadas caras políticas

09/05/2023

Unas elecciones municipales y autonómicas constituyen un buen observatorio de carreras políticas: quiénes tienen expectativas de subir en el futuro, quiénes de bajar y quiénes se pegarán un irremisible batacazo a corto o incluso a cortísimo plazo. Y quiénes nos desconciertan por completo. Porque España es tierra de carreras políticas (salvo contadas excepciones) más bien fugaces. Y de ascensos políticos carentes de un pedestal estable. En todo caso, y salvo sorpresas de gran calado, la impresión reinante entre una mayoría de analistas es que el mapa de rostros políticos no sufrirá variaciones espectaculares tras la votación del próximo día 28. Que, lo dicen ya casi todos, son una especie de primarias 'sui generis' pensando en el posible 'vuelco' político en las elecciones generales de dentro de unos seis meses.
Predecir el fin de la vida política para algunos que aún militan en Ciudadanos, por ejemplo, no es algo precisamente arriesgado: casi todo el grupo parlamentario, comenzando por ese buen político (una lástima) que es Edmundo Bal, quedará descolgado de la actividad pública. Y lo mismo cabe decir, al menos en Madrid, de Podemos, que está en el epicentro de la confusión que reina en la 'izquierda-de-la-izquierda' tras la irrupción de Sumar de Yolanda Díaz, que es figura en ascenso sin la menor duda, pero cuyos objetivos últimos con respecto a la formación creada por su ahora enemigo Pablo Iglesias no parecen del todo claros para el elector. Y no olvidemos que este necesita votar opciones muy concretas e inteligibles, y ahora mismo el partido liderado por Ione Belarra no lo es, pese a algunos intentos por presentar a la ministra podemita como un gran valor político de futuro.
Yo diría, con carácter más particular, que hay figuras cuyo brillo se va atenuando, como son los casos, muy dispares por lo demás, de Miguel Angel Revilla o Ada Colau, porque el poder desgasta a quien no ha sabido ejercerlo renovándose. Que no es precisamente el problema de otro veterano, el alcalde de Málaga Francisco de la Torre, un caso único de supervivencia, que aparece como imbatible en todas las encuestas. Otras figuras, sin el mismo carisma ni trayectoria, se mantienen a duras penas porque no tienen un recambio claro en el otro lado, y ese sería el tema con algunos 'barones' territoriales.
Pero para lo que de verdad sirve una campaña electoral a quienes nos dedicamos a 'mirar' profesionalmente la política es para observar el ascenso hacia próximas cumbres más altas de personas hace tres años poco conocidas a escala nacional. En el lado socialista pienso en Félix Bolaños, al que La Moncloa ha enviado a lidiar toros muy difíciles, o en el candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid Juan Lobato, que aceptó la imposible tarea de descabalgar a la invencible Isabel Díaz Ayuso, pero del que me atrevería a vaticinar que, si no comienza la cacería contra él puesta en marcha en su día contra algunos de sus antecesores en el Partido Socialista de Madrid, tendrá bastantes posibilidades de ser, en su momento -sea cuando fuere ese momento--, el reemplazo de Pedro Sánchez o, quizá más bien, el sucesor del sucesor de Sánchez. Una sucesión esta inmediata, cuando el PSOE haya perdido el poder nacional, que bien podría recaer, dicen algunos mentideros de Ferraz, en un 'barón' autonómico como el asturiano Barbón. Veremos.
El mismo ejercicio se repite entre los analistas de la derecha. ¿Es el de Feijoo un 'efecto' estable? En el Partido Popular hay figuras consolidadas, especialmente la del presidente de la Junta andaluza; algunas promesas inéditas, como ciertos candidatos autonómicos (en Asturias) o municipales (en Badajoz) y muchas incógnitas, comenzando por los candidatos a las presidencias autonómicas de la Comunidad Valenciana o de Castilla-La Mancha, que no han traspasado del todo 'la barrera del conocimiento'.
En general, yo diría que, para bien o para mal, y en función de los resultados que unos y otros obtengan el 28m, no habrá ni una verdadera y clamorosa renovación de caras ni un sincero giro en la forma de hacer política. Temo que, para que este giro empiece a percibirse, habrá que aguardar a la celebración de las elecciones generales, cuando los cambios, las gane quien las gane, no van a ser solamente cosméticos; ya lo comprobaremos.