El talento arraiga en el Campus Rural

S.Ledesma
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El programa ministerial permite hacer prácticas formativas a universitarios en pueblos. Una de las becadas el año pasado reside ahora en Tierras Altas; ella y otros tres participantes de esta segunda convocatoria cuentan su experiencia en Soria

El talento arraiga en el Campus Rural

Desmontar el mito de que en el medio rural no existen oportunidades laborales atractivas para personas con estudios universitarios es posible. El Programa Campus Rural se encarga de ello. Se trata de una iniciativa desarrollada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en colaboración con el Ministerio de Universidades y la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), que permite a los universitarios de cualquier titulación oficial realizar prácticas formativas en entornos rurales. El programa apuesta por «las potencialidades del territorio, la promoción del empleo joven y el impulso del talento local, fomentando la vinculación de la población de diferentes zonas con los espacios rurales, generando nuevas formas de arraigo y vínculo, que impulsen la actividad y creen oportunidades de empleo en el territorio». En la provincia de Soria se han concedido diferentes becas para las solicitudes de entidades locales, organizaciones y empresas, aunque algunas han quedado desiertas por la rapidez de la convocatoria. En las que las plazas demandas se han cubierto la experiencia está siendo fetén por ambas partes, según cuentan ellos mismos a El Día de Soria. 

Es el segundo año que se convocan estas ayudas y que la Mancomunidad de Tierras Altas opta a ellas. «El año pasado nos enteramos tarde y cuando tramitamos la solicitud sólo quedaban dos universidades y nos concedieron una arquitecta en prácticas, pero esta vez tenemos concedidas seis becas: dos para el área de Arquitectura, dos para apoyo a la Secretaría e Intervención, uno para Turismo y otro para el área de Desarrollo», explica Raquel Soria, agente de desarrollo local de la Mancomunidad de Tierras Altas. De momento se han incorporado dos becarios: de Turismo y una estudiante de Derecho para apoyo a Secretaría e Intervención; el resto lo hará próximamente para iniciarse en el mundo laboral durante tres meses. Todos compartirán una «casa grande» que se ha conseguido alquilar en San Pedro Manrique, una manera de «generar lazos de convivencia que permite conocer a las personas y también entrar en contacto con los vecinos del municipio». 

Ésta es, posiblemente, una de las cuestiones más interesantes para estos universitarios, pues tienen la oportunidad de ver cómo es realmente el medio rural y más en Soria, una provincia en la que los grandes problemas de despoblación dan la mano a las carencias en infraestructuras y servicios, pero no por ello deja de resultar interesante para labrarse un futuro profesional y personal. Ejemplo de ello es Gabriela Viracucha Castillo, de 31 años. Ella fue la arquitecta que llegó en prácticas a la Mancomunidad de Tierras Altas el año pasado a través del Programa Campus Rural (en la imagen, sentada). Lo hizo desde la Universidad de Granada y la experiencia fue tan buena que, después, y gracias a un contrato de prácticas extracurriculares y otro posterior de medio año continúa viviendo en la zona. De hecho, se ha instalado con su marido en La Ventosa de San Pedro. «Estoy encantada y muy sorprendida por la acogida. La España Vaciada es un enigma y tenemos la creencia de que es de una manera, cuando es totalmente diferente. Me lo dicen dos amigas de la universidad que me vinieron a visitar (una vive en Madrid y otra en Almería), que lo tengo todo y es verdad: no echamos en falta nada, no vivimos en un piso, es todo accesible, hay tranquilidad... Entiendo las necesidades en transporte público de las que se queja la gente, pero yo estoy realmente sorprendida y el medio rural me parece muy positivo», relata. Claro que al principio, admite, «es mucho contraste, el cambio fue brutal; veníamos de Granada y yo soy de Ecuador y vivía en una ciudad grande, en Loja, pero conocer la España Vaciada y vivir aquí me ha sorprendido para bien. Me gusta y me quedaría». 

La experiencia de Gabriela es el paradigma de la visión de este programa, pues pretende «sentar las bases de una nueva forma de relación entre la población joven y el entorno rural, con un mayor contacto con la naturaleza y el ámbito socioeconómico rural», con el objetivo de «conseguir un entorno rural más resiliente y sostenible». 

dinamismo. Pablo González Barahona ni conocía Tierras Altas (aunque sí la comarca de Pinares por competir en orientación) ni pretendía sumergirse específicamente en el medio rural para hacer sus prácticas laborales, solamente si había posibilidad. El programa le ofreció «explorar una oportunidad muy interesante profesionalmente desde el punto de vista de la actividad pública, con planes de desarrollo y planificación rural como aliciente». Natural de Salamanca y procedente de la Universidad de Girona, desarrolla su beca en el área de Turismo de la Mancomunidad. «Quizá me sienta identificado con el medio rural por haber pasado mucho tiempo en los pueblos de mis padres entre la naturaleza, así que me parece una oportunidad interesante», destaca. 

Marina Pascual González es la otra becaria de Campus Rural que ya está desarrollando su labor en la Mancomunidad de Tierras Altas, concretamente como apoyo para Secretaría e Intervención. Estudiante de Derecho procedente de la Universidad de Zaragoza y conocedora de la zona porque su familia procede de la cercana localidad riojana de Cervera del Río Alhama, asegura que tras ver «el dinamismo que aporta una Mancomunidad, todo el trabajo que desarrolla y en tan diferentes ámbitos, ahora me pregunto por qué no la tienen más municipios, cómo se pueden apañar sin ella». Considera esta «primera emancipación» del hogar como una «experiencia importante». «Estoy muy contenta porque voy a conocer a diferentes compañeros, a convivir con ellos y a dar los primeros pasos en el mundo laboral, aunque sean prácticas», describe. 

vinculación. Para Sara Esteban Corredor, de Osma, participar en el Campus Rural era una «buena oportunidad de poder realizar un trabajo en un lugar con el que me encuentro vinculada y poder participar en algún proyecto que pudiese ayudar a la zona en la que vivo». Estudiante en el Campus Duques de Soria de la UVa del doble grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Relaciones Laborales y Recursos Humanos (RLRH), su beca está vinculada a un proyecto en el que está trabajando la Asociación Soriana Tierras del Cid, tal y como explica el gerente del Grupo de Acción Local y tutor de sus prácticas, Javier Martín Olmos. Se trata de 'Terralimenta: acompañar a los Grupos de Acción Local hacia la transición sistémica en alimentación', financiado por la Fundación Daniel y Nina Carasso. Es «avanzar en sistemas alimentarios territorializados, en todo lo que tiene que ver con alimentación sostenible y la conexión con el producto local, la transformación agroalimentaria y el consumidor. Vamos a ver la presencia del producto local en distintos canales del territorio (tiendas, restaurantes, en la cesta de la compra) y, a partir de ahí, poder plantear estrategias y potenciar el producto local», explica el gerente. 

Los estudiantes reciben una beca de 1.000 euros brutos mensuales para gastos de alojamiento y manutención y eso también es un aliciente, como indica Sara: «Si hubiese decidido realizarla en otra empresa no hubiese tenido ningún apoyo económico. Además, me presentaron la opción de poder realizar los TFG (Trabajos de Fin de Grado) relacionados con las prácticas». No obvia que el medio rural tiene «limitaciones, como el aislamiento, la falta de servicios o una buena conexión a Internet». Sin embargo, considera, «puede ofrecer otras oportunidades», como el teletrabajo. Entiende que el medio rural no está tan ligado a la falta «falta de oportunidades laborales, sino más con la falta de servicios básicos que puede haber en los pueblos». Y aunque por ahora se plantea «opciones diferentes», trabajar en el medio rural entraría dentro de sus objetivos «en unos años».