Deza pierde su colegio pero Villar reabre tras 43 años

N.Z
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De los siete colegios que tenían menos de diez alumnos el curso pasado, sobreviven todos salvo Deza, donde el único matriculado deberá trasladarse a diario a Gómara en taxi. En Villar empiezan seis alumnos

Valentín Guisande Sancho - Foto: Valentín Guisande Sancho

Cuenta atrás para la vuelta al cole. El próximo viernes, día 9, arranca el curso 2022-2023 en Soria, el tercero en pandemia pero el primero sin mascarillas, sin aulas burbuja, sin restricciones en los centros escolares. Un curso «fuera del COVID o precovid», en palabras de la consejera de Educación, Rocío Lucas, quien, con la covid 'gripalizada' y cerca de 9.300 jóvenes de cinco a 19 años vacunados, espera un curso «tranquilo», «ordinario». 

No hay datos oficiales, pero se espera que más de 13.000 alumnos llenen de nuevo las aulas en la provincia. Levantarán la persiana todos los centros que las bajaron en junio, menos el de Deza, que se ve obligado a cerrar al no alcanzar la matrícula mínima, tres alumnos. La buena noticia llega este curso desde Tierras Altas, ya que Villar del Río reabre su colegio después de 43 años cerrado. «Estamos contentos de ver a los críos por la calle, y felices y satisfechos de poder recuperar la escuela tras más de cuatro décadas», destaca el alcalde de Villar, Miguel Ángel López, quien estos días ultima las obras que permitirán acondicionar lo que en su día fue la escuela de los chicos [en tiempos había dos, de chicas y de chicos] y, después, Aula Paleontológica. «Se han hecho dos aulas, un despacho, patio y baños, y se ha primado que sea un edificio accesible», explica el alcalde sobre las obras de reconversión del edificio como escuela, donde se han invertido 40.000 euros de las arcas municipales. Es «el dinero mejor gastado» y era uno de los objetivos de legislatura: «Cuando entramos, nos planteamos dar uso a las viviendas municipales, primando la llegada de gente joven para que dieran vida al pueblo. Las cinco viviendas están ocupadas y hemos incrementado la población en 17 personas», apunta satisfecho. Estos nuevos moradores han bajado la edad media del municipio y «dado juventud y vida». Seis niños han obrado este 'milagro' que, además, promete tener continuidad ya que «hay relevo».«Hay tres jóvenes embarazadas en Villar», felicita el edil.

Villar es el 'regalo' de este curso, pero lo cierto es que la Soria rural planta cara a la manida despoblación y, de las siete unidades que había el curso pasado con menos de diez alumnos, todas, salvo Deza, logran sobrevivir e incluso ganar alumnado. Del CRA (Colegio Rural Agrupado) Tierras Altas, las unidades de Almajano y Yanguas están garantizadas al alcanzar la decena y ocho alumnos respectivamente. Del CRA Campos de Gómara, Deza cae pero siguen Borobia, con once alumnos, y Serón de Nágima, con seis. En el CRA Tierras de Berlanga está garantizada la continuidad del colegio de Rioseco de Soria, con seis matriculados; y en el CRA Pinares Sur, el aula de Casarejos pierde un alumno pero salva su continuidad, con cuatro matrículas.

Valentín Guisande SanchoValentín Guisande Sancho - Foto: Valentín Guisande Sanchotierras altas, en positivo. En Tierras Altas están de enhorabuena, y no solo por Villar del Río. En Yanguas hace tiempo ya que abandonaron los mensajes catastrofistas y derrotistas. Allí, su alcalde, Pablo Febrero, ni se plantea el cierre de la escuela. El curso pasado empezaron siete alumnos pero llegaron a ser nueve. Este año son ocho y hay garantía de continuidad porque en Yanguas tienen en marcha un «plan de futuro» que está funcionando y consiguiendo atraer a nuevos moradores sobre una regla básica, «vivienda y trabajo digno». «No desplazamos a nadie de otros sitios si no tenemos asegurado un trabajo y vivienda digna», explica el regidor, quien asume que «todo se basa en prueba/error, y puede ser que fallen 49 para que salga uno bien». Él se  queda «con ese uno» que apuesta por vivir en el medio rural. 

En Almajano «no hay problema» de continuidad, asegura su alcalde, José Ángel Recio, quien apunta que el curso pasado ya se logró llegar a la decena de alumnos y «hay relevo».  Allí, el logro ha sido posible gracias al esfuerzo municipal por «tratar de atraer a matrimonios jóvenes» facilitando vivienda. «Hay ocho casas bien acondicionadas», repara el regidor. Pero, además, en su caso, la pandemia ha ayudado ya que «hay gente de grandes ciudades que vino a teletrabajar y se ha quedado. Han invertido aquí y han comprado casa», subraya. Gracias a ello, se consigue «tener la escuela abierta, que es fundamental». 

Deza, solo dos años abierto desde su reapertura

En el campo de Gómara la falta de niños se ha llevado por delante al colegio de Deza. «Sabíamos que este momento iba a llegar», asume con resignación su alcalde, Vicente Alejandre. El centro cerró por primera vez en el curso 2017-2018, cuando clausuró también la escuela de Matamala. En 2020-2021 logró reabrir con cinco alumnos pero, apenas dos años después, se ve obligado a cerrar de nuevo al no alcanzar la matrícula mínima que exige Educación. 

Valentín Guisande SanchoValentín Guisande Sancho - Foto: Valentín Guisande SanchoDe los tres alumnos que había el año pasado, «una se ha ido fuera de Deza por el traslado de su familia». Otro, al ver la situación, se matriculó directamente en Soria, de modo que solo queda inscrito en el colegio de Deza un pequeño, que se verá obligado a trasladarse a diario hasta Gómara para ir a clase. «La verdad que lo esperaba, pero no tan pronto», reconoce Vanesa Esteban, la madre de Hugo Angulo, el que se podría decir que es ya el último niño matriculado en Deza. «Es la segunda vez que cierran el colegio. La otra vez le pilló con cuatro años y ahora con nueve, así es que esta vez es distinto y, aunque está disgustado, lo lleva mejor», afirma la madre de Hugo, quien apunta que lo que peor lleva el menor es «ir y venir todos los días en coche». Cabe apuntar que Educación facilita un taxi para trasladarlo a diario. Los kilómetros son la parte negativa de esta situación. La positiva, que «en Gómara hay más niños de su edad». En cuanto a aprendizaje, asegura su madre que estos dos años en Deza han sido «estupendos» porque «eran clases prácticamente particulares». 

Vanesa tiene asumido ya que no habrá vuelta atrás porque «no hay trabajo en el pueblo» para que lleguen familias jóvenes con hijos.  

El mensaje lo replica el alcalde: «Es triste que no haya familias con niños en el pueblo pero es que aquí no hay trabajo ni público ni privado, estamos apartados de la red de carreteras, las conexiones están bastante mal, no hay gente de paso...», relata. A nivel municipal tienen el colegio preparado y «en perfecto estado» por si en cualquier momento se puede volver a abrir la escuela, pero Alejandre acata ya que «es complicado».

Valentín Guisande SanchoValentín Guisande Sancho - Foto: Valentín Guisande SanchoDel CRA Campos de Gómara depende también el aula de Serón de Nágima, que este curso vive la situación contraria a Deza y han conseguido ampliar alumnos, según apunta su alcalde, Luis Hernández. «Este año espero tener seis niños en la escuela y, aunque económicamente suponga un dinero al Ayuntamiento tener el colegio abierto, se gana en vida al pueblo», destaca, garantizando que a nivel municipal no van a escatimar esfuerzos. 

Como en la mayoría de los pueblos de Soria, en Serón los hijos del pueblo que todavía viven allí son una población en su mayoría envejecida, por lo que la única herramienta posible para captar niños radica en nuevos moradores jóvenes. Cómo lograrlo tampoco es un secreto:«Por iniciativa del Ayuntamiento, que ha ido preparando viviendas para alquilar a precios asequibles; y por los empresarios del pueblo, que dan trabajo», justifica Hernández. «Cuesta», admite el edil, pero en estos momentos trabajan ya para «rehabilitar otra vivienda» que sumar a las cuatro «ya arregladas y ocupadas», y negocian con la Junta la posibilidad de nuevas acciones en materia de vivienda. 

También en Borobia llevan tiempo ideando iniciativas innovadoras que permitan mantener el censo. «Estamos haciendo esfuerzos importantes para mantener la escuela, porque la presencia permanente de niños da vida y es muestra de esperanza de vida y de poder mantener la población», justifica su alcalde, José Javier Gómez Pardo. Allí han rehabilitado cuatro viviendas municipales, que están «todas ocupadas», y toman la iniciativa para «facilitar cierto empleo a través de conversaciones con empresas». Además, han puesto en marcha ayudas específicas y conceden a las familias 50 euros mensuales por niño escolarizado en Borobia. Gracias a  todo ello, este curso comenzarán las clases una decena de alumnos. Y la idea es «no pararse» y «seguir trabajando en vivienda y empleo para atraer población». El desarrollo de la mina de magnesitas, donde está previsto que se creen 30 empleos en los próximos meses cuando se autoricen nuevas cuadrículas mineras, puede ser «un punto de inflexión». 

En el CRA Tierras de Berlanga, el aula de Rioseco de Soria es la que tiene la matriculación más baja de niños. Este año ha perdido un alumno pero «se mantiene con seis», felicita su alcalde, Eufemio Álvarez, quien admite que «cuesta mucho» pero se consigue «a base de la gente que viene de fuera, familias que vienen a las casas que hay para alquilar y a trabajar en los negocios de la zona». 

En el CRA Pinares Sur, Casarejos  seguirá este curso también con cuatro niños, apunta su alcalde, José María Peña, quien lamenta que se han perdido dos que se han ido a San Leonardo pero agradece que llega otro de Muriel de la Fuente. En su caso, de hecho, la escuela se mantiene precisamente gracias a las pedanías: «Dos vienen de Muriel Viejo, uno de Muriel de la Fuente y otro de Fuentecantales». «Lo mantenemos pero cada vez es más difícil porque la juventud se ha ido del pueblo y no hay vistas de que vengan. El reto es seguir pero... ya veremos el curso que viene», asume resignado. Es el reto de todos...

Tardelcuende, de amenaza de cierre a tener 27 matriculados

En 2009, la escuela de Tardelcuende cerró durante una semana. Fue el tiempo que el entonces director provincial de Educación, Ángel Casas, concedió de margen al Ayuntamiento. En ese tiempo, consiguieron «traer a dos familias, que arreglaron el problema llegando a los siete niños y pudiendo abrir el colegio», recuerda su alcalde, Ricardo Corredo. Este curso, el colegio de Tardelcuente arranca con 27 alumnos.

El alcalde de Tardelcuente tiene claro dónde está la clave para tener alumnos: «Propiciar trabajo y vivienda a sus padres». También, «la ayuda del actual director provincial, Javier Barrio, que nos ha apoyado sin fisuras para conseguir jornada continuada y comedor». Mantener la escuela supone más de 10.000€euros al Ayuntamiento, «pero no encuentro un dinero mejor empleado», asegura el regidor, quien asegura que «ver tantos niños jugando en el patio, recorriendo las calles, haciendo actividades extraescolares... supone pensar que Tardelcuende tiene futuro» y «es una sensación inenarrable». «La perspectiva es buena, tenemos la tasa de reposición cubierta y la tendencia es incrementar», aventura.

15 matriculados... y ampliando colegio en Molinos

Cuando Miguel Bonilla llegó a la Alcaldía de Molinos en 2007 había tres niños. Hoy hay una quincena y se ha decidido ampliar el centro en previsión de un crecimiento que se basa en «atraer familias». ¿Cómo? «Dando facilitades de alquiler», para lo que se dispone de cuatro viviendas municipales, a las que en breve se sumará una quinta, anuncia Bonilla. Este año además se incluye el servicio de comedor.

Lo que queda de la era covid

No hay protocolo covid y no habrá restricciones en las aulas, pero la Consejería ha anunciado que los medidores de CO2 que se adquirieron el curso pasado para adecuar mejor la ventilación de cada aula continuarán en las aulas para la eficiencia energética y el confort de los alumnos.