Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


Se busca mano de obra

26/10/2019

No es la primera vez que hago referencia en este mismo espacio a la tendencia a instrumentalizar al colectivo inmigrante y los distintos cambios de percepción que se tiene sobre ellos en función de la necesidad que tenemos de los mismos. Si en determinados momentos, en los periodos más duros de la crisis, la facción más reaccionaria de la sociedad les acusó de copar  los trabajos y también las ayudas (es más fácil detenerse en discursos populistas que consultar el INE para desterrar mitos falaces), también cuando la recesión destruyó incluso sus  empleos y tuvieron que volver a sus países se achaca a su éxodo del descenso en el padrón. Ahora, ante la anunciada falta de mano de obra se vuelve a mirar hacia este sector sin reparar que, de una manera o de otra, la inmigración ha llegado para quedarse, ni tan siquiera para hacer los trabajos que los oriundos no quieren. Principalmente porque la tiranía demográfica es tozuda. No es excesivo el paro existente en Soria, sobre tres mil parados,  pero sí existe una pobre correlación entre los que se supone buscan y no encuentran y las necesidades acuciantes de las empresas. Un hecho que, como contamos hoy, enfrenta a patronal y sindicatos porque estos últimos ponen sobre la mesa mejoras en el empleo, estabilidad y calidad (y aquí entran los salarios). No es una problemática exclusiva de Soria pero sí motivo de análisis porque resulta curioso que numerosas personas en edad de trabajar tengan que hacer las maletas cuando lo que anhelan es quedarse en tierras sorianas y cuando por lo visto abundan las ofertas de empleo. Existe una visible relación entre la mano de obra que se precisa y la creciente despoblación agravada por aquellos que no que no contemplan la provincia y sus condiciones, entre ellas laborales, para su futuro vital. 
Es normal que de un tiempo a esta parte se vuelva la mirada hacia otros caladeros en busca de recursos humanos. Es comprensible, por otra parte, el recelo sindical cuando en su día, con motivo de la presentación del ‘Invest in Soria’ se puso sobre la mesa la competitividad salarial como una de las grandes ventajas de la provincia para atraer empresas. Si los salarios no son excesivamente competitivos, si somos pocos en estos dominios, en estas dos premisas parecen residir parte del problema y la solución (al menos la salarial porque la recesión poblacional viene motivada por otro múltiples factores y por el hecho de que la gente marcha motivada por otros alicientes más allá de los económicos, también por el ocio y por un estilo de vida que invita al bullicio). Se suele aludir, para justificar los sueldos más reducidos, al hecho de que en ciudades como Soria el dinero cunde más al ser el nivel de vida más bajo que en una gran ciudad,  pero hay que atender a los precios de alquileres, la menor oferta y la dificultad para instalarse en el medio rural.
Hay que felicitar en cualquier caso las inversiones previstas por las empresas sorianas, de hasta 200 millones, en un horizonte de dos años, lo que habla de su fortaleza y buenas perspectivas. Se precisarán de más de 1.500 empleos y, según los últimos anuncios de la Cámara, 300 de manera urgente. Contrasta con el hecho de que en las páginas de los periódicos no se oferten empleos, y no hablo de ingenieros aeronáuticos, sino de camareros, sin molestar. Todos conocemos parados que llevan tiempo sin recibir una llamada del servicio de empleo y se agarrarían a un clavo ardiendo, lo que habla de que las cosas no se hacen excesivamente bien o no hay esa unión de fuerzas entre administraciones para intercambiar información, currículum y equilibrar oferta y demanda. Si no, no se entiende. Resignados a que al trabajador autóctono no le motiva lo que se le ofrece,  ya sea por precariedad laboral, porque no se corresponden formación y empleo, se hace necesario buscar de puertas para afuera. Así lo hace la Cámara con países como Argentina o Perú. Ya alertó en su día el director de Inmigraciones de que la gente no marcha por placer sino en busca de mejores condiciones y los que vengan, muchos dentro de su desesperación, también aspirarán a seguir progresando.
Habrá sorianos que estén deseosos de volver, porque son muy de su tierra, pero algo habrá que les retenga en su destino actual.  Es patente que el mercado de trabajo ha cambiado también desde el punto de vista del asalariado que cada vez aguanta menos, que ya sabe que es una quimera perdurar en el mismo puesto una vida laboral y tiene asumida la movilidad como parte de su devenir profesional. Una temporalidad que anima a dejar un trabajo e ir en busca del siguiente cuando no se dan las condiciones. La pertinaz sequía de mano de obra también afecta al ámbito académico con déficit de profesores y personal sanitario para los que se pide incentivos. Tal vez sea cuestión de aplicar lo que se pide a la Administración a la empresa privada y no ceñirse a la dictadura de lo ‘bueno, bonito y barato’ en la búsqueda de mano de obra. Los movimientos migratorios nacionales e internacionales vienen determinados por conflictos bélicos, fenómenos naturales drásticos, y por la necesidad de las personas de ganarse el jornal. Se hace extraño que con tanta oferta en estos territorios, en un país que no se apea de los más de tres millones de parados y con una inestabilidad creciente que anima a buscar estabilidad, sean pocos los que elijan a la idílica Soria y sus oportunidades laborales. Otro misterio de difícil resolución.