Tras la huella de los Írrico, del castro a la villa romana

A.P.L.
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El proyecto 'Orígenes' aprovechará los avances científicos en arqueología para dar respuesta a las nuevas preguntas que se plantean y a los cambios en tres asentamientos durante mil años

Tras la huella de los Írrico, del castro a la villa romana - Foto: E.G.M

Antonio Chaín convenció a los también arqueólogos y docentes César Gonzalo y Francisco Rodríguez, además del informático Daniel Méndez, para embarcarse en el proyecto 'Orígenes. Tras la memoria de los Írrico', que ya ha dado sus primeros pasos en el Castro de Las Cuevas de Soria con el apoyo «fundamental» de la Diputación Provincial (financiación y promoción), además de la Junta de Castilla y León (permisos de excavación), la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, el colegio Escolapios y la productora Revives. El Día de Soria se acerca con ellos a este yacimiento para conocer todos los detalles de una prometedora iniciativa cultural -a corto y medio plazo- basada en la «transdisciplinariedad» y la «arqueología 360º», un término adoptado de la educación. En los próximos años se generará información a través de nuevas técnicas y, además, se trabaja con distintos profesionales, como físicos nucleares, genetistas, paleontólogos, informáticos...

En el camino hacia la ermita de los Santos Mártires (antes de San Cristóbal), van esbozando las claves del proyecto que pretende, a través de los avances científicos, analizar los cambios producidos en tres asentamientos que abarcan mil años -desde la Primera Edad de Hierro hasta el final de la romanización - y con una equidistancia de tan solo dos kilómetros. Se trata del Castro de Las Cuevas, un poblado fortificado de la Primera Edad de Hierro, de los siglos VI a IV a. C.; el castro de Izana, de la misma cronología que Numancia, de los siglos III a I a. C.; y la Villa Romana de La Dehesa, también en Las Cuevas, de los siglos II a V d. C.

evolución. Antonio Chaín, con una experiencia de más de dos décadas en el yacimiento de Numancia con Alfredo Jimeno como gran maestro y mentor, comenta que esta iniciativa es una realidad, en gran parte, «por los avances en los métodos y técnicas de la arqueología en la últimas década», que han supuesto una verdadera «revolución científica». El denominado ADN antiguo es fundamental en esta evolución, entre otras herramientas para poder responder a las nuevas preguntas de cada época que se formulan al registro arqueológico y que este proyecto va a utilizar junto a la mayor cantidad de disciplinas posibles. 'Orígenes' se va a centrar en las «lagunas» por falta de datos sobre el mundo celtibérico, tanto de la Primera como en la Segunda Edad del Hierro, «en por qué se producen los procesos de cambio» de una etapa a otra. Es un tema que el propio Chaín aborda en su tesis doctoral, el paso de la materialidad al paisaje, de lo micro a lo macro...

Junto a la ermita y con el impresionante paisaje del cañón del Izana de fondo, explican que realizando estudios territoriales se evaluaron las fases de ocupación de distintos territorios de Soria. En Las Cuevas había aparecido un ara funeraria (s. III a. C) al dios Eburo con la onomástica de los Írrico, un gentilicio indígena celtibérico y en la villa romana de La Dehesa hay una serie de anagramas de esa misma familia. Así que asociaron a los propietarios de la villa romana, con un gentilicio celtibérico reconocido, con los que habitaron el castro de Izana o los que vivieron en el castro de Las Cuevas. Pero, por ahora, es una hipótesis que tendrán que comprobar con los métodos científicos que ahora están disponibles y desde distintas disciplinas. Lope de Morales, erudito de Las Cuevas, ya hablaba en el siglo XVII de la riqueza de restos antiguos en este pueblo y la zona de la ermita, «que está en esa ubicación por algo».

HALLAZGOS

Tras varias catas y prospecciones, en la primera excavación desarrollada en verano de 2023 hallaron allí parte de los muros de barro de una cabaña, las paredes de piedra de una vivienda de la Primera Edad de Hierro (destruida por un incendio intencionado) y «un enterramiento, una secuencia que rompe». Allí les llamó la atención la dimensión de la muralla del castro (s. VI a. C.), con foso y de hasta ocho metros (más alta que la de Numancia), lo que refleja «la competitividad por el territorio» y «el esfuerzo comunitario», abriendo paso a la cultura de los castros. Hay restos de cerámica singular y han encontrado muestras de ADN que serán analizadas para saber si coinciden con las de Izana y La Dehesa. «Si tenemos el mismo grupo humano en el mismo paisaje durante mil años intentaremos responder por qué han generado diferentes fórmulas de ocupación y por qué se han ido desplazando», subrayan. Lo más claro es el cambio en la villa romana, porque la romanización supone «un cambio brutal», con un nuevo modelo económico con la agricultura; pero habrá que profundizar en los otros casos, «todo eso lo dirá la ciencia». «Los cambios son lo realmente importante en la arqueología» y, además, hay procesos exógenos.

La sorpresa para estos investigadores de la Historia fueron esos dos enterramientos que rompen el muro y aparecen con una moneda tardorromana del s. IV d. C. (época de la villa de La Dehesa). Comprobarán también si estos restos corresponden con los nombres que aparecen en la estela funeraria aparecida en la ermita, que se refiere a la muerte de Valeria y Titulia, una de ellas de 12 años.

«Hablamos de la memoria del paisaje, el territorio y las gentes que lo habitan porque hoy aquí se siguen haciendo romerías, sigue siendo un lugar de memoria», subraya Chaín, en referencia a los enterramientos y al mantenimiento de esa identidad durante tantos siglos. El paso al cristianismo sería la siguiente etapa, también de gran interés por la ubicación de las ermitas. «Ese entorno especial de la ermita tiene mucho que ver con la importancia del inicio de la Edad del Hierro en estos territorios» porque se va a dar el primer asentamiento estable de los grupos en la zona,  ya que los anteriores, desde el Paleolítico, fueron estacionales. ¿Qué hace que los pobladores se asienten? Los expertos apuntan a factores como el cambio climático del año 800 a. C. y el cambio tecnológico de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro. Ahora, queda esperar los resultados de los distintos análisis (fondos, ADN de personas y animales con isótopos, pólenes...) para conocer detalles de los pobladores, la fauna, la actividad, la cultura... En definitiva, datos científicos para comprobar «apriorismos». «Vamos a usar toda la capacidad que nos da hoy la ciencia para reconstruir esas sociedades de hace dos milenios y medio», insisten. Tras el castro, se excavará y analizarán los restos con las mismas tecnologías en los otros enclaves.

Los arqueólogos destacan la importancia de la didáctica. Ya lo han presentado al pueblo, para que los vecinos valoren la importancia de la actuación y de los restos que allí se encuentran. Además, a nivel educativo se realizarán actividades junto a la Diputación  y en centros escolares. El informe ya se ha presentado a la Junta y los restos hallados son propiedad de la administración regional.