Ha dejado dicho el Papa Francisco que va a poner de nuevo en marcha el estudio del acceso de las mujeres al diaconado.
La reflexión del Papa, al hilo del Sínodo de la Amazonía, donde se ha dado el visto bueno a que hombres casados puedan ejercer el sacerdocio en lugares remotos, es también una puerta abierta a replantear el papel de la mujer dentro de la estructura de la Iglesia Católica. Y ojalá sea así porque, siento decirlo, el Papa Francisco se suele mover en la ambigüedad, y a veces parece que da un paso adelante pero al poco resulta que ese paso no se da.
En cualquier caso es una realidad que muchos sectores católicos critican a la Iglesia por su inmovilismo a la hora de que mujeres puedan acceder a las mismas responsabilidades que los hombres dentro de la Iglesia.
Pero si bien es cierto que la Iglesia Católica viene mostrando una contumaz resistencia a que la mujer se iguale a los hombres dentro de su estructura, esta es mas o menos igual a lo que ha sucedido en otros ámbitos de la sociedad.
Hace un siglo las mujeres luchaban por acceder al voto y a las mujeres que luchaban para conseguir votar se las consideraba unas locas excéntricas.
El movimiento feminista ha ido consiguiendo que cambiaran las estructuras de la sociedad, es decir que las mujeres fueran adquiriendo los mismos derechos que los hombres. Aún así en una inmensa mayoría de países las mujeres continúan siendo ciudadanas de segunda, y en nuestro confortable mundo occidental, el que forman Europa, Estados Unidos, Canadá y algún otro país más, aún quedan muchas batallas que dar para conseguir la igualdad plena.
Aún es escasa la presencia de las mujeres en los "centros" de mando, ya sea en la empresa, los gobiernos o en otros ámbitos. Precisamente porque aún esa presencia no se ha normalizado continúa siendo noticia que una mujer sea elegida Presidenta de un Banco, reciba el Nobel de Economía, llegue a Presidenta de Gobierno, o cargos hasta ahora ocupados exclusivamente por hombres. Es decir la resistencia de los hombres ha sido una constante, porque las cosas como son les ha costado dejar de ser los únicos titulares del "poder".
Sin duda el siglo XX fue donde se pusieron cimientos firmes para avanzar en el camino de la igualdad, y en lo que llevamos de este siglo XXI se están dando pasos importantes. Pero insisto, aún quedan muchas batallas por ganar.
La Iglesia Católica es pues una institución, al igual que otras, es decir donde hay resistencias a dar paso a que las mujeres ocupen las mismas responsabilidades que los hombres.
Por eso es una buena noticia que el Papa Francisco se muestre abierto a que los expertos estudien el papel que puede desempeñar las mujeres dentro de la estructura de la Iglesia, y un primer paso sin duda importantísimo sería que las mujeres podamos acceder al diaconado.
Esperemos que en esta ocasión el Papa no de un paso atrás y nos vuelvan a cerrar la puerta.