José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Carne de cañón

10/02/2024

Es preciso reflexionar sobre las circunstancias históricas que han conducido a este territorio a su catalogación como despoblado y poco desarrollado. Algo tendremos que ver quienes hemos habitado esta parcela de la meseta que llamamos Soria. ¿Nos falta valor o nos sobra mansedumbre? Si esperan una respuesta de quien escribe estas líneas, renuncien a toda esperanza. No lo sé. Y créanme que le he dado vueltas. La herida histórica que dejó el medievo, donde esta tierra fue escenario de batallas y todo tipo de algaras y saqueos de musulmanes, aragoneses, leoneses, Navarros y castellanos, era difícil de hacerla cicatrizar con la llegada de pobladores que le imprimieran una cierta prosperidad. Poca, eso sí, porque cuesta labrar esta tierra y hacerla fértil aún en nuestros días, pero aun así debía haber existido un margen para la esperanza. Tampoco nos tocó ninguna lotería, como las que caen en territorios aún peores, en áridos desiertos, donde se descubren riquezas mineras o energéticas. Piensen en los secarrales arábigos y sabrán a quien les tocó el gordo. Pero no es este el objeto de mi artículo de hoy. Con el fatalismo que a veces me embarga empiezo a ver síntomas preocupantes allá donde, en otro tiempo intuía ventajas. Me explico.
El avance de la comunicaciones digitales, la calidad ambiental e incluso el cambio climático que hace más suave el áspero invierno soriano, activaron mi ingenuo optimismo. Tarde o temprano los agobiados residentes en grandes ciudades buscarían una salida relajada y saludable en lugares como Soria, Huesca, Teruel… en fin, ya saben, la vuelta a paraísos perdidos o ignorados. Pero no, lo evidente es que la migración hacia las grandes ciudades, a menudo por la oferta laboral y a veces por la simple atracción de la metrópoli, sigue alimentando a monstruosas urbes que fagocitan lo poco que tiene España de nuevas generaciones de chiquillos y adolescentes. ¿Dónde está pues, dirán ustedes, la última visión apocalíptica de quien suscribe esta columna de opinión? Se lo cuento.
La vieja Europa se debate entre el conservacionismo ecológico y cultural, y el desarrollo. La preservación de lo primero le pone en desventaja respecto a lo segundo y en el caso concreto de España eso se traduce en que, los reductos de aire puro y naturaleza tienen sus días contados. La parte que aboga por el progreso económico e industrial no mira a Soria. Tenemos polígonos enteros desocupados, pero ese desarrollismo tiene consecuencias; donde hay menos gente hay menos protestas y menos votos. Temo que, macrogranjas, almacenes de residuos y cosas similares invadan nuestro terruño. Lo que no quiera nadie nos lo vamos a quedar.