Asistimos, como cabía esperar, a esa fase oscura de la política en la que los aspirantes a presidir el gobierno de España se fajan para buscar los apoyos suficientes a fin de ocupar la poltrona de la Moncloa en los próximos cuatro años. La tarea es chunga. Pero más lo es la expectativa de los ciudadanos que no saben a qué atenerse. Tanto el PSOE como el PP buscan apoyos y no disimulan un pelo a la hora de hacer públicas las prebendas hacia quienes le harían cuadrar las cuentas para aferrarse al poder. Pero vamos a salir fuera de esa dinámica, especialmente los sorianos y similares, a ver como se percibe este trapicheo que tiene más pinta de negocio que de negociación por no hablar de chantaje directamente.
Los periodistas, y una vez más me autocritico, ponemos el foco en las aspiraciones nacionalistas, sobre todo las de los catalanes, pero no dejen atrás a los vascos y a los que, sin aspirar a ser una nueva nación rascan todo lo que pueden como los navarros o los canarios. Quién sabe si los sorianos y otros desarrapados de los territorios despoblados, no estaríamos haciendo lo mismo si algunos escaños hubieran salido de candidaturas de la España vaciada. No ha sido así y ahora debería abrirse otro frente. La batalla está en los siempre limitados presupuestos estatales que los que subastan su voto están dispuestos a esquilmar en su propio beneficio y no sólo el de la autonomía por la que salieron elegidos. Recuerden que al año que viene hay elecciones catalanas y los partidos nacionalistas se rifan la opción de ser ellos, ERC o Junts, los que capitalicen el expolio moral y pecuniario que, asombrosamente, no sólo Sánchez estaría dispuesto a aceptar, también Feijóo, antes de que la Ayuso le siegue la hierba bajo los pies y tenga que volver a Galicia hundido y apaleado.
En este escenario de mercado persa, ¿qué papel juegan nuestros parlamentarios populares y socialistas? A los extremeños, castellanos, aragoneses, manchegos y demás me refiero. Por lo visto están atados por las pelotas y no pueden levantar la voz para decir, 'Oye Alberto o Pedro, mira a ver que en esta tierra también somos de Dios y nos van a dar por el saco sólo para que tú llegues a presidente'. Ni se menean. El que se mueve no sale en la foto. Si tuvieran sentido de Estado, los dos aludidos, a estas alturas habrían negociado a favor de un gobierno sin Vox, para que gobernara el partido más votado, con algunos pactos puntuales, podemos llamarles líneas rojas y así, además de librarnos de los ultras lo haríamos de las garrapatas que, a provincias como Soria les dejan en la puta miseria. El dinero se lo llevan ellos y el desarrollo, claro, también.