Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Mal ambiente

08/05/2023

Uno se aproxima a cualquier medio de comunicación, sea escrito, hablado o visual (léase prensa, radio o televisión) y raro será el día en que no se tope con una proliferación de noticias más o menos dramáticas, pero, en todo caso, desagradables; de esas que provocan repulsión de inmediato, provocando tristeza e invitando a la reflexión.

Sin ir más lejos, estos últimos días hemos tenido noticias terribles de algún suicidio de persona menor de edad, muy probablemente relacionado con algún acontecimiento de acoso escolar; de peleas entre jóvenes, muy jóvenes, por ese mismo motivo; de agresiones al compañero de la clase que denunció que estaba siendo objeto de tales prácticas; de atropellos, con resultado de muerte o de graves lesiones, acaecido en pleno casco urbano, concurriendo circunstancias evidentes de conducción temeraria, o bajo el efecto de bebidas alcohólicas en cantidad excesiva, o quién sabe si de otro tipo de sustancias, porque es muy frecuente que ambas situaciones coincidan. Todo ello sin contar con ese otro catálogo de acontecimientos violentos de todo tipo, sean de violencia de género, en el ámbito sanitario o educativo, entre personas cercanas, a menudo con vínculo familiar, etc.

Hay que preguntarse por los motivos, si tan variadas manifestaciones de violencia tienen alguna causa u origen común, si, aún siendo distintas, hay algunas circunstancias que contribuyen a su proliferación, y, por supuesto, si hay remedios o soluciones que puedan aplicarse con algún grado de eficacia preventiva. Porque el fenómeno es complejo, ciertamente. Se aprecia con facilidad que hay un grado latente de agresividad bastante elevado, que la relación intergeneracional no pasa por su mejor momento, que la desigualdad creciente afecta a un elemento tan valioso para la convivencia como lo es la cohesión social, o, en fin, que el nivel de intransigencia entre grupos de distinto signo está ganando la batalla a la tolerancia y al diálogo.

No va a ser fácil aminorar o revertir esa situación. Ni basta con pensar que todo depende del sistema educativo, o de la responsabilidad de los medios de comunicación en la forma de ofrecer la información y de presentar las noticias, o de la tarea de las instituciones, o de la eficacia de las fuerzas del orden. Será necesario un compromiso colectivo, intenso y prolongado, en el medio plazo, para ver frutos tangibles. Que así sea.