#25N Aprender a vivir después de un crimen machista

A.I.P
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El 9 de diciembre se cumple medio año del asesinato de Diolimar Alemán. Su tía Carmen, con la vive la niña de nueve años que quedó huérfana, y su prima Stefany cuentan cómo han sido estos meses

Imagen de archivo. Luto en Soria por Diolimar - Foto: Eugenio Gutiérrez

Soria se tiñó de luto el pasado 9 de junio. Diolimar Alemán, de 35 años, era asesinada por su expareja. Quedaba huérfana su hija, una pequeña  de ocho años. La desolación invadió a su familia. A sus padres y hermanos, que viven en Venezuela. A sus tíos y primos, residentes en la provincia, que estuvieron arropados por decenas de sorianos una vez se supo del crimen machista. A punto de cumplirse medio año del delito, Carmen y Stefany, tía y prima de Diolimar, cuentan a El Día de Soria cómo han vivido este tiempo desde aquella trágica madrugada de final de primavera. 

Encajar la muerte de un familiar joven es una de las pruebas más duras a las que se enfrenta el ser humano. Si el contexto de la pérdida es un asesinato machista, se apelmaza el duelo. La pena se encalla, al tiempo que esa tristeza se arrincona cuando salir adelante es una obligación. Hay que seguir viviendo, por uno mismo y por esa niña que se quedó sin madre de forma cruel. «Ahí estamos, tratando de curarle las alitas», musita Carmen con la voz rota. Porque la violencia de género no termina con el fallecimiento de la mujer. Ni siquiera con la condena del criminal. La huella persiste, queda para siempre, aunque el paso del tiempo enmascare un desconsuelo que no sana.

«Cuando pasa todo, aunque la gente no lo olvida, el apoyo se diluye. Es cuando se empieza a vivir el verdadero luto, el dolor más intenso. En un primer momento, por el shock, no estás en la realidad. Luego, en soledad, piensas: ¿De verdad pasó? Lo peor es el día a día, más nosotras que estamos con la niña», cuenta Stefany.

La pequeña vive desde el principio con su tía Carmen. En casa son seis, incluidos sus dos primos (de diez y nueve años). La convivencia de los tres niños ayuda a superar, poco a poco, el drama. «Está muy ocupada   en pelear con ellos, jugar, hacer bromas... en atenderlos, también... son varones y les dice cómo tienen que vestir, les regaña...», relata Carmen con una sonrisa. Y continúa: «Hemos tenido la suerte de que desde el primer momento nos han permitido que la niña viva con nosotros... No quiero ni imaginar si se hubieran llevado a la niña».

Cada día 'especial' es un reto. Lo fue el cumpleaños de la niña en agosto y lo será el 22 de diciembre, cuando Diolimar hubiera alcanzado los 36 años. «Lo que viene el mes que viene va a ser terrible», lamenta Stefany, pensando también en las navidades.  Un punto a favor para afrontar cada momento es que la familia está unida y esa piña les impele a no caer. 

«Por los niños, tratamos de disfrazar lo que pasa. Tienen que saber que estamos mal, que hay que llorar, pero no podemos estar todo el tiempo tristes, hay que tirar hacia adelante», sostiene Carmen.

ayuda psicológica. No tienen queja del respaldo recibido por parte de los servicios sociales, en particular, la atención psicológica que tanto la niña como ellas han tenido desde que trascendió el suceso. «Están muy pendientes, estoy muy agradecida con todo lo que no han facilitado», destaca la tía de Diolimar.

La niña residía en Soria capital con  su madre y, tras su muerte, se trasladó, primero, a Camaretas, donde entonces vivía su tía Carmen, y después, a Fuentetoba. «Desde el principio tuve claro que quería que la niña viviera conmigo», subraya Carmen. Y Stefany fijó su domicilio en Soria para estar cerca de la hija de su prima.

No hay manual de instrucciones ni protocolo para encarar, por ejemplo, el cumpleaños de una menor de nueve años después de que le arrebataran a su madre de ese modo. «Ella la sorprendía, la mimaba... ¿cómo podemos nosotras llenar eso? Además, la niña se despertó ese día de bajón, no sabíamos cómo hacer...», confiesa Stefany.

Y es todo un reto responder a las preguntas que la hija de Diolimar hace. a veces, sobre lo qué ocurrió, encontrar una respuesta cierta y que, al mismo tiempo, no le abra más la profunda herida.

Carmen y Stefany coinciden en que es un aprendizaje continuo. Porque, desde esa noche de junio sus vidas cambiaron para siempre. El «feminicidio», como lo define Stefany, impuso otra hoja de ruta en sus vidas. Un duelo que no siempre se puede asumir.

justicia. El presunto asesino de Diolimar, su exnovio de 32 años, fue detenido a las pocas horas de matar a la mujer con un cuchillo en el domicilio de esta. Posteriormente, pasó a disposición judicial y continúa en prisión. La familia aguarda a que sea juzgado. «Estamos esperando a que se haga justicia. No nos va a devolver a Diolimar que le caigan todos los años del mundo o que sean pocos. Pero que se haga justicia. Y que ese hombre no esté en la calle haciendo daño a más personas», subraya Carmen.

El mensaje que quieren transmitir, Stefany lo sintetiza con claridad: «Quiero decir a todas las mujeres que estén viviendo violencia que no se queden calladas. El silencio no es una opción. Que no aguanten, que no piensen que son culpables. Siempre va haber alguien que les apoye».