Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


No quedan trabajadores

28/05/2022

Les confieso que hasta la semana pasada no sabía que existía un fenómeno denominado 'la gran dimisión' o 'la gran renuncia' referido al mundo laboral. Al parecer, es lo que se está dando en algunos países, como Estados Unidos, que ha llevado a que millones de trabajadores hayan abandonado sus empleos, especialmente después de la pandemia. Esta dimisión en masa tiene diversas causas, como un índice muy bajo de desempleo, unas condiciones demográficas adversas, pero, sobre todo, tiene un origen social o psicológico; esto es, después de la pandemia, muchas personas han reflexionado sobre su forma de vida, la imposibilidad de conciliar, el estancamiento de salarios y condiciones precarias y una necesidad de cambio. Y quizá también se pueda unir la pérdida del miedo al vacío del paro, anteponiendo otras cuestiones, como la salud, la familia o la calidad de vida. En definitiva, se trata de un hartazgo colectivo, una especie de gran huelga que está trayendo como consecuencia un gran número de vacantes laborales, especialmente en sectores como el comercio o la hostelería, históricamente mal retribuidos y con peores condiciones horarias. Los trabajadores buscan mejorar salarialmente, pero también mayor motivación y flexibilidad, hasta el punto de que la gran desafección se ha convertido en la gran rotación, y las empresas pugnan por los empleados ofreciéndoles mejoras de todo tipo. Quién te ha visto y quién te ve. 
En España empieza a preocupar el tema, y mucho, de las vacantes laborales. Se da la paradoja de que uno de los países con mayor desempleo de la Unión Europea está empezando a tener huecos sin cubrir en determinados sectores. El asunto ha sido tratado esta misma semana en las altas esferas del Ministerio de Trabajo y los Agentes Sociales y han concluido que no es comparable a la gran renuncia estadounidense, porque el índice de vacantes de España es de los más bajos, un 0,7%, nada que ver con los millones de abandonos de Estados Unidos, ni siquiera con las tasas de nuestros vecinos europeos. Para Gobierno y sindicatos lo que hay es precariedad laboral en sectores como la hostelería, especialmente en zonas turísticas donde pagarse un piso de alquiler supera, con mucho, lo que se cobra por trabajar. Pero no sé si la explicación válida es tan simplista. 
La hostelería se queda sin trabajadores, pero no solo se circunscribe a algunos puntos, sino que es un fenómeno extendido y creciente; seguramente en este caso se relacione con las condiciones laborales, y más con los horarios que con los salarios; pero la realidad va más allá, porque son muchos más sectores los que están padeciendo falta de mano de obra, hasta el punto de que, en zonas sin masa poblacional, como Soria, la situación es más que preocupante para las empresas. Y aquí, además, no hay paro. ¿Qué está pasando entonces? Si no entendemos las causas, difícilmente se van a poder encontrar soluciones. En mi opinión, falta conexión e integración entre la universidad y la realidad laboral, al igual que en la Formación Profesional. Por otro lado, hay sectores que necesitan una profunda reconversión, profesionalización y mejora de las condiciones laborales. Sería necesario abordar de una vez en este país la cuestión de la conciliación, no solo con la familia, sino con la vida en general, con una mayor flexibilidad horaria y menos presencialidad, trabajando por objetivos. También sería necesario conectar oferta y demanda de empleo de una manera más eficaz. Y, por supuesto, mejorar las condiciones para que los jóvenes que acceden al mercado laboral puedan lograr a la vez una vivienda y la emancipación. Habría muchas otras soluciones, y doctores tiene la Iglesia, pero lo cierto es que hay que abordar el problema ya, o en nada se cuelga el cartel de 'no quedan trabajadores'.