Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Estampida en plena pandemia

07/02/2021

Son muchas las secuelas que esta crisis sanitaria está dejando. La inmensa mayoría de ellas, a nivel individual, ya sean derivadas de la propia enfermedad, de la tristemente famosa fatiga pandémica, o a nivel económico y laboral, a causa de la obligatoriedad de cierre de negocios calificados como no esenciales -término que quizás habría que someter a revisión-. No obstante, también hay consecuencias a nivel colectivo, que nos afectan a toda la población. Me refiero, en este caso, a la salud de las arcas públicas que, debido al necesario refuerzo del sistema sanitario, así como otros gastos sociales -en forma de ERTE, ayudas, etc.- están viviendo momentos complicados. 
Pero, aunque es un mal común, parece que no todos estamos igual de sensibilizados. Y es que en las últimas semanas ha salido a la luz una estampida masiva de streamers y youtubers que, decididos a ganar más y movidos por la avaricia extrema, han decidido dejar de colaborar con sus impuestos al estado español, para hacerlo en Andorra. En un momento, el presente, en el que el bien común debería de estar por encima de cualquier otra alternativa.  ¿Qué lectura podemos hacer de esta decisión, justo en este momento? Más allá del hecho en sí, que ya podemos calificar de reprobable, los protagonistas de este éxodo voluntario se escudan en mantras como que «Hacienda me trata como a un criminal» o «España me roba». Es decir, no solo refutan su decisión, sino que encima adquieren el rol de víctimas. 
El presentador y humorista Manuel Burque reflexionaba sobre este hecho hace unos días en sus redes sociales. Hablaba de su situación familiar personal y como un férreo sistema sanitario le había proporcionado una oportunidad de salir adelante. Es cierto que la crisis de la COVID que estamos viviendo desde hace casi un año en nuestro país ha hecho que le veamos las costuras a la Sanidad pública. No obstante, si algo se le puede reconocer a la Seguridad Social es su carácter de equidad ante todos los estamentos de la sociedad, en base al Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero para garantizar esto, requerimos de una financiación que sufragamos gracias a los impuestos. Y por eso es fundamental comprender dónde va ese dinero con el que se contribuye al mantenimiento del Estado de Bienestar. Quizás es también una cuestión de educación: puede existir una carencia formativa sobre qué se hace con la recaudación de Hacienda. No obstante, en plena Sociedad de la Información, tampoco parece que esta excusa sea válida.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman desarrollaba, a comienzos de este siglo, la teoría de la Modernidad Líquida, definida por particularidades como, por ejemplo, un individualismo exacerbante ante una realidad cambiante y poco definida -en contraste con los sólidos pilares que estructuraban la vida de las generaciones anteriores-, y en lo que lo líquido (lo permeable, lo que fácilmente desaparece) lo empapa todo. Un posicionamiento que fundamentalmente se caracteriza por huir del compromiso.  Burque terminaba con una sentencia que para mí resumía este debate con gran clarividencia: «Eres libre de hacerlo, pero entiende que a la mayoría nos duela». Eres libre de no querer contribuir a equipara las desigualdades sociales del país que te vio nacer. Eres libre de no poner tu granito de arena, ahora que es más necesario que nunca. Pero, entiende, que no nos deje indiferentes.