Jesús de Lózar

Jesús de Lózar


Baeza

20/03/2021

Estaba empezando a almorzar y dudé si coger el teléfono. Eran apenas las tres de la tarde y me extrañaba recibir su llamada cuando siempre nos guasapeábamos.  Recordé que me había consultado algo sobre una herencia y pese a lo raro de la hora, atendí la llamada. Jesús, ¡que he aprobado! Cuál, pregunté. Porque durante cuatro años se había presentado a policía nacional, dos veces a la policía local, a administrativo y a letrado  de la Junta, pero lo que le iba era ser policía. Treinta años. Licenciada en Derecho. Una estancia de un año en Estados Unidos. Dominio del inglés. Máster en Derecho Penal y Política Criminal. Campeona de esquí alpino. Y unas veces las pruebas físicas, otras la ortografía… Entrenamientos diarios en la Dehesa y la contrarrecta, horas y más horas en la Biblioteca, todos los sábados a Zaragoza a preparar la oposición.
Cuando me respondió que guardia civil y que era su primera vez enmudecí de emoción intentando contener las lágrimas. Tanto tiempo, tantos años, tantas ganas. El esfuerzo, la energía, la ilusión, los desfallecimientos, las ganas de superación, el accidente de tráfico causado precisamente por un agente de la Guardia Civil. En ese momento solo pensé en Baeza, irás a Baeza, pronuncié apenas. Recordaba que en una novela de Lorenzo Silva el hijo del sargento Bevilacqua estudiaba en su Academia. Me vinieron a la mente las imágenes fugaces del vecino de mi patrona de Burgos donde bajaba los domingos por la tarde para ver la televisión, comandante del Servicio de Información y, claro, a su hija. Del radiotelegrafista dueño de la vivienda donde teníamos el aparato de propaganda y que no queríamos que ni por todo el oro del mundo nos hiciera el favor de venirnos a cobrar el alquiler y decidimos llevarle el dinero a la misma boca del lobo de la Dirección General de Guzmán El Bueno. De la manifestación de un 1 de mayo en Vallecas bajo la admonición de  los fusiles. Del descubrimiento por el primer gobierno socialista del Benemérito Cuerpo. Del accidente al atardecer cerca de Cabrejas, de la embestida del jabalí que se apareció de repente como si fuera Lucifer con los pelos erizados y los dientes como garfias y del atestado en Soria. De los cuarteles de Yanguas y Quintana Redonda reconvertidos en hoteles rurales. Del desfile, discursos y el vino español en los Salones Rosaleda el día de la patrona. 
Y me acordé sí, y en este caso no fue una imagen fugaz, del papel fundamental de la Guardia Civil en la derrota del terrorismo en un libro de obligada lectura, Sangre, sudor y paz: la Guardia Civil contra ETA, de Lorenzo Silva, Gonzalo Araluce y Manuel Sánchez Corbí. Precisamente es en Baeza donde Machado, que se ha trasladado desde Soria después de la muerte de Leonor, escribe: Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre la voluntad te llega, irás a tu aventura despierta y transparente a la divina lumbre: como el diamante clara, como el diamante pura. En estos días lúgubres con centenares de muertes, la luz está en esta juventud más joven. Nos encontraremos de nuevo, en el SEPRONA, los EMUME, el Subsector de Tráfico, la Policía Judicial. Ahora su religión se lo prohíbe, pero tuvo tiempo de publicar su carta de despedida y desearnos suerte.