La ruta de la vacuna soriana hacia el fin de la pandemia

Ana I. Pérez
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Soria lidera los ratios de vacunación y buena parte del óptimo resultado se debe a los enfermeros que desde desde el 30 de diciembre se ocupan de esta tarea. 'El Día de Soria' acompaña a uno de los equipos

La ruta de la vacuna soriana hacia el fin de la pandemia - Foto: Eugenio Gutierrez M

La excepcionalidad se ha convertido en hábito. Una rutina que, nunca mejor dicho, en pequeñas dosis va aclarando el oscuro túnel en el que nos sumimos hace catorce meses. La vacunación frente al COVID-19 es la esperanza. Vistos los resultados, por ejemplo, en las residencias de mayores, no existen argumentos que rebatan los hechos. Y buena parte de esa responsabilidad que nos encamina a una realidad pospandémica recae en los enfermeros que se ocupan de la vacunación desde el pasado 30 de diciembre. El Día de Soria acompaña a un equipo en una de las rutas, desde la salida a las 8.15 horas del hospital Virgen del Mirón hasta el centro de salud de Ólvega, donde durante la mañana se vacuna a usuarios de la franja de edad entre 57 y 59 años. Vamos con «los chicos de las vacunas», en este caso con Paula Manzano y Daniel Cano, como los conocen en los pueblos sorianos.

Antes de las 8.15 están estacionados en el aparcamiento del Mirón dos taxis, que en esta jornada viajarán a Ólvega y a Duruelo de la Sierra. «Aquí [en el centro de vacunación habilitado en el Virgen del Mirón] tenemos todo el material. Lo preparamos en cajas individuales en función de las vacunas que ponemos en cada destino. También llevamos una nevera portátil, controlada por termómetros. Las neveras se pueden conectar a los mecheros de los coches para mantener el frío», cuenta Paula mientras los dos grupos organizan todo aquello que necesitan y comentan que ha sido el primer fin de semana en cuatro meses y medio que se ha parado por la falta de dosis, ya que se está recibiendo una cuarta parte de las vacunas que llegaban semanalmente.

Una vez dispuesto el equipamiento en el taxi, el siguiente destino es el Servicio Territorial de Sanidad de la Junta, en el acceso de la calle Medinaceli, donde dos agentes de la Policía Nacional esperan a ambos equipos mientras recepcionan las vacunas (15 viales de Pfizer para Ólvega y doce para Duruelo de la Sierra), efectivos que les escoltarán hasta la rotonda del Caballo Blanco. En las primeras semanas de vacunación, durante todo el trayecto iban acompañados por una patrulla de la Guardia Civil, pero después se consideró que no había riesgo y se sitúan en destino. No solo les custodiaban en el viaje, también iban a cada uno de los domicilios de los mayores de 80 años y dependientes que no podían acudir al punto de vacunación. Al bajar la edad de la población vacunable, todas las dosis se administran en las instalaciones sanitarias de referencia, con cita previa. Sobre las 9.30 horas llegamos al centro de salud de Ólvega y, efectivamente, la Guardia Civil aguarda en la entrada. Los enfermeros informan: 15 viales de Pfizer, 90 dosis.

La ruta de la vacuna soriana hacia el fin de la pandemiaLa ruta de la vacuna soriana hacia el fin de la pandemiaen el centro de salud.  Aunque los pacientes han sido citados a partir de las 10.00 horas, media docena merodea el acceso al centro de salud olvegueño, confiando en que su anticipación les aventaje unos minutos en su inmunidad. Pero antes de emprender la ronda de pinchazos hay que desembarcar en la consulta asignada con todo el material y poner a punto cada una de las dosis, agrupadas en seis, las que corresponden  por vial, y de esta forma controlar que se ha aprovechado cada uno de ellos. «En cada vial viene el soluto y tenemos que reconstituirlo, introducir 1,8 mililitros de suero fisiológico para inyectar 0,3 de vacuna [Comirnaty] a cada persona. Previamente a reconstituirlo, tenemos que voltear el vial diez veces, introducir los1,8 mililitros de suero y volver a voltear otras diez veces», describe Paula Manzano, a la vez que prepara con destreza las primeras jeringas que empleará.

Daniel Cano revisa el listado de convocados y dispone los papeles con las citas para las segundas dosis (a los 21 días de la primera) que se entregan a aquellos que la requieran para completar la pauta (los menores de 65 años que hayan pasado el COVID en un plazo superior a seis meses no tienen que recibir la segunda dosis, según la modificación de la Estrategia Nacional de Vacunación del 26 de febrero de 2021). 

«Normalmente, somos tres, uno registra y da la segunda cita, otro va cargando las inyecciones y otro pincha. Pero a los pueblos no podemos venir tres en taxi, así que nos repartimos entre los dos y nos turnamos. Eso sí, el que carga solo carga, no mete mano el otro, porque hay que diluir la vacuna y de cada vial tienen que salir seis», resume el enfermero, a la vez que se ocupa de la tarea administrativa mientras su compañera llama a los primeros citados e inyecta.

Una de las cuestiones en las que hacen hincapié es en la obligatoriedad de anotar el número del lote de las vacunas para que, en caso de que se produzca alguna incidencia, se sepa a qué usuarios se les ha administrado y puedan contactar con ellos.

El cálculo es que con cada paciente se empleen tres minutos. A todos preguntan lo mismo: ¿Ha pasado el COVID hace más de seis meses? ¿Tiene alergias? ¿Edad? Si todo está en orden, se procede a la vacunación. Se les recomienda, uno por uno, que tomen paracetamol si presentan algún síntoma al día siguiente o que se apliquen hielo si se inflaman el brazo o los ganglios, y que esperen 15 minutos a marcharse del centro de salud. Y, por supuesto, antes de que pregunten, ya informan sobre la marca que van a inocular. 

Mientras avanzan en la vacunación en esta mañana de mayo en la localidad moncaína, a la sala de espera del centro de salud van acudiendo los destinatarios de las dosis. Domingo, que este año cumplirá 57 años, está acompañado por su mujer, que tendrá que esperar al siguiente grupo de edad. Es uno de los pacientes que quedará inmunizado con una sola dosis, ya que se contagió en la primera ola de la pandemia. «Tenía muchas ganas de que me tocara. ¿Cuál ponen hoy?», pregunta nada más expresar su satisfacción por que haya llegado su turno, ya que admite sus recelos con AstraZeneca, no por los efectos secundarios que han alarmado a la ciudadanía, sino por la incertidumbre que existe respecto a las segundas dosis.

Por su parte, José Antonio, ganadero y agricultor de 57 años que se ha trasladado desde Ciria, asegura que no tiene inconveniente con la marca del suero que le vayan a administrar. Aunque sostiene que por el tipo de trabajo que desempeña apenas tiene riesgos de contagio, considera que todo el mundo se tiene que vacunar para cortar de una vez la pandemia.

Con impaciencia, porque tiene por delante un largo viaje a Francia, espera Martín, transportista olvegueño de 57 años, a entrar a la consulta del pinchazo, al que no se sometería si fuera con AstraZeneca, no por miedo, advierte, sino por las dudas existentes sobre qué pasará con la segunda parte de la pauta para conseguir la inmunidad. 

La mañana de vacunación en Ólvega termina a las 14.05 horas. Los enfermeros regresan al hospital Virgen del Mirón, donde dejan constancia de las incidencias, que en este caso se resumen en que uno de los citados no acude a su cita y esa dosis se aprovecha en otra persona que reúne los criterios. A las 15.00, fin de la jornada.