Cuando esta edición vea la luz, será Viernes de Toros en Soria, es decir, una fiesta casi con carácter provincial. Son muchas las personas de los pueblos que se acercan estos días a la capital para vivir San Juan. Quizá algunos estén leyendo estas líneas, o quizá hayan servido estas páginas de improvisado sombrero o de rústico envoltorio. Quién sabe. Los usos de un periódico en papel son variados y no siempre coinciden con el objetivo primario de informar al respetable o expresarles una humilde opinión. O es posible que, en un primer momento, sí, y después se utilice para otras cuestiones. Sea como fuere, estamos ya en las Fiestas más que entradas. Puedo imaginar que el Pregón habrá sido multitudinario y festivo, como corresponde a un descorche como el sanjuanero. Puedo también intuir el número de los toros de La Saca que habrán llegado hasta la plaza. Me la voy a jugar y voy a decir seis, por aquello de que en la moderación está la virtud. Habrán pasado ya muchas cosas, y habrá que desear que todas hayan sido buenas. 
No me resisto, así esté ahora mismo siendo cuenco de cerezas, a hablar de estas fiestas sin igual que cogemos cada año con tantas ganas. No pierden, y ojalá no lo hagan nunca, esa esencia de festividad del solsticio, de principio de verano, de vacaciones a la vuelta de la esquina, como si cerraran una etapa invernal de trabajo y frío y abrieran la puerta a un ciclo mucho más benigno. Son fiestas muy disfrutonas, de calle, de campo, de todas las edades, de buen ambiente, de amistad y de música. Son necesarias, como cualquier celebración de la vida, y más aún tras los tiempos oscuros que hemos vivido.
Me gustaría, eso sí, en modo de petición al Santo, al solsticio o a las fuerzas de más allá de Orión que el jolgorio transcurra tranquilo, sin más desgracias que lamentar; que no se aproveche al abuso del alcohol, que parece inevitable, como excusa barata para hacer de la ciudad un estercolero (por no hablar de Valonsadero); que todas las mujeres seamos respetadas, que podemos vivir la fiesta sin miedo y sin abusos de ningún tipo; que no haya peleas ni broncas que agüen la fiesta; que se respeten las tradiciones, lo público y lo privado. 
Por la parte más oficialmente sanjuanera, aunque yo siempre defiendo que hay muchos sanjuanes y que cada cual puede vivirlos de una manera, participando de la fiesta, pediría la incorporación ya en la Cuadrillas de algunos avances, como el pago telemático, tanto en Los Agés como a la hora de cumplir con la entrada en fiestas. Ya que parece imposible evitar que los miembros y miembras de las Cuadrillas tengan que acudir tres veces a cada domicilio, al menos dejen que podamos pagar sin dinero en metálico, a través de tarjeta, transferencia o bizum, tal y como hacemos en nuestra vida cotidiana para todo, ni más ni menos. 
Por lo demás, disfruten mucho muchísimo de estos festejos, tanto si son de la capital, como si llegan de los pueblos o de otros lugares. San Juan les acoge y les ofrece un calendario apretado de disfrute, de tradiciones ancestrales y nuevas incorporaciones. Solo hay que vivir con alegría, respetando a los demás y respetando el entorno. No parece demasiado difícil de cumplir, ¿no les parece?