Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


El lío ha muerto. ¡Viva el lío!

12/01/2020

Un lío ha muerto, pero todo el mundo sabe que es ahora cuando empieza el lío. Hasta el Rey lo sabe, y vive Dios que Su Majestad se cortará bastante de decir lo que piensa. Pero el hombre no pudo por menos, y en la jura de Pedro Sánchez el Tenaz, se le escapó un «ha sido rápido, el dolor vendrá después», tan de la calle, que hasta una republicana de pro como es una servidora no tiene otra que quitarse el sombrero. Y ya no puedo por menos que imaginarme a su Alteza, junto a su Señora Alteza en pantuflas leyendo los titulares de los periódicos de estos días riéndose a mandíbula batiente de las exageraciones bárbaras que se han impreso negro sobre blanco. Desde el Nuevo gobierno socialcomunista apoyado por terroristas y separatistas hasta el que haya que echarse a la calle porque se rompe España. Como si no estuviera rota ya por el cortoplacismo y el qué hay de lo mío. Madre mía.
En la carrera de Periodismo, que cinco años duraba nada menos, estudiábamos un poco de aquí y otro poco de allá, formándonos para ser maestros de mucho y aprendices de nada. Un poco de historia, un poco de derecho, un poco de economía y un poquito de deontología, que sí, que ríanse lo que quieran, pero había una asignatura que así se llamaba. En fin, que yo siempre he sido aplicadita y aprobaba todo bastante bien, admitiendo que tampoco aquello era una ingeniería aeronáutica. Eso sí, leer, tuvimos que leerlo todo, desde la primera miga de la magdalena de Proust hasta la muerte por susto de Juan Preciado en el Pedro Páramo de Juan Rulfo. Todo. Y eso se lo debo a un profesor que nos decía que no teníamos derecho alguno a no haber leído A sangre fría y seguir viviendo, por poner un ejemplo de los cientos que ponía. La única asignatura que suspendí fue Opinión Pública. Aquello nos lo daba un señor de bigote blanco más serio que un cementerio que nos puso un examen como que no iba con él y no se presentó a la revisión, con lo que nos dejó aquel tocho para el verano, yo creo que para asegurarse de que lo leíamos. Y mira, lo leímos, al menos, yo lo hice. Mas de 600 páginas para concluir que la Opinión Pública no deja de ser lo que ya sabemos, la suma de mucho borrego junto, maleable como la plastilina, dirigible por los llamados líderes de las corrientes de opinión y cambiante como la veleta a golpe de viento. Hoy los que dirigen a las masas teclean tras las cuentas de Twitter, inventan memes y se ríen de todo el mundo. Los medios de comunicación ‘convencionales’ tratan de salvaguardar la sombra de la influencia que un día tuvieron como líderes de opinión, cuando un editorial se cargaba ministros. Pero los tiempos han cambiado, todo parece muy serio y todo es puro cachondeo. 
A mí el que me da un poco de pena es el pobre de Teruel, que hasta tuvo que dormir en paradero desconocido el día previo a la votación de investidura, por motivos de seguridad. Pero ya tienen sus millones, y eso bien vale un acoso mediático. Soria ¡Ya! aplaude a la plataforma hermana por bajarse a la política, León quiere separarse de Castilla y todos odian, pero envidian, pero odian a catalanes y vascos (por no decir separatistas y terroristas) por llevarse lo suyo. Mientras tanto en la otra orilla, un comunista de pro dirigirá Consumo y por estos lares rezamos para que a Virginia Barcones la nombren ‘algo’ de Despoblación Humana, a ver si nos cae alguna cosa. Pero, un momento, ¿esto de pedir para uno mismo y no para todos no era lo de romper España? 
Lo dicho, viva el lío y la opinión pública formada, responsable y crítica.