Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Jornada poselectoral

29/07/2023

Decía Simone de Beauvoir: «No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida». Y así fue, la sociedad española siguió vigilante este pasado domingo, y, gracias a sus votos, ha logrado que todos esos avances conseguidos no vuelvan a ser cuestionados. Al menos de momento. La extrema derecha tenía, entre otros, un objetivo meridianamente claro: acabar con los logros que la lucha del feminismo había conseguido. Sólo era necesario revisar las primeras páginas de su programa electoral para corroborarlo: derogar la Ley Integral de Violencia de Género o suprimir el Ministerio de Igualdad aparecían recogidas entre las primeras medidas a llevar a cabo de haber conseguido alcanzar presencia en el Gobierno del país. Y, ante estas amenazas directas a la igualdad entre hombres y mujeres, la ciudadanía reaccionó con un claro mensaje: NO PASARÁN. Ahora, el panorama político queda en una situación poco definida, que la sucesión de pactos y negociaciones irá aclarando en las próximas semanas. Pero, en el momento en el que escribo esta columna, 25 de julio, la lectura más evidente es que la respuesta de españoles y españolas ante propuestas políticas conservadoras ha sido clara. 
Mención aparte, y ya que hablamos de las elecciones, tiene lo sucedido con Soria ¡Ya! Decía Ángel Ceña que la población soriana «había votado en clave nacional». Y, sin ningún lugar a duda, así ha sido. Quizás la campaña de miedo y pérdida de derechos que comenzó el 29 de mayo ha provocado que la ciudadanía pierda el foco en la problemática local para priorizar que la pérdida de derechos sociales no fuera una realidad. Esto es un poco como la pirámide de Maslow: hasta que no tenemos ciertas necesidades cubiertas, no podemos seguir ascendiendo para atender otros aspectos. Es probable que en unos meses nos acordemos y cuando volvamos a percibir el urbanocentrismo en el Gobierno central nos arrepintamos de no haberles dado voz. Pero creo que ha sido un voto a la desesperada. Confiemos en que los candidatos sorianos, más allá de su color político, apuesten por su tierra cuando tengan la oportunidad. No obstante, ojalá nuestro partido más arraigado reconsidere la posibilidad de seguir representando a la España Vaciada políticamente hablando porque su labor sigue siendo fundamental. 
Tenemos antes nuestros ojos semanas -incluso meses- en los que los pactos por el Gobierno serán el tema central de conversaciones y de los medios de comunicación. Pero, afortunadamente, el discurso a partir de hoy es distinto, respecto al que se venía reiterando desde la última visita a las urnas. Y es que, a día de hoy, no hay miedo -al menos no el pánico que se percibía entre aquellas personas que luchan por una sociedad más justa-. El trabajo no está hecho, ni mucho menos, todavía queda un largo camino por recorrer. Pero esa sensación de que, de un plumazo, podíamos perder todo lo conseguido ya no nos acompaña. Es así como mantenemos la energía para seguir adelante, para seguir juntas, para seguir en el camino, de la mano, sin perder la esperanza de que llegará un día en el que, por fin, demos por adquiridos los derechos de los que hablaba Simone de Beauvoir.