Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Navidad y pantallas

24/12/2022

Finalizó el trimestre. Por delante quedan dos semanas de asueto para poder recuperar las energías invertidas en tantos nuevos aprendizajes y tareas educativas, al mismo tiempo que nos preparamos para el segundo periodo escolar. Pero también tenemos 15 días con mucho tiempo libre, que en ocasiones no sabemos muy bien cómo rellenar. Por eso, el fantasma del abuso de las pantallas comienza a vislumbrarse en todos los hogares con menores.
Justo esta semana impartía una charla enmarcada en la programación de la Escuela de Familias La Tribu que promueve la Concejalía de Igualdad, bajo el título 'Uso saludable de las TICs'. Fueron muchos los temas que tratamos, dando lugar al debate y la reflexión sobre algunos de los grandes miedos que nos produce el uso de la tecnología, pero también procuramos eliminar ciertos tabúes.
Uno de los principales mensajes en los que insistí fue en la idea de que vivimos en una sociedad en la que evitar las TIC es prácticamente imposible. De hecho, son muchas las bondades de estas y enorme su inserción en la sociedad en general, extendiéndose su utilización a todos los sectores de la sociedad: cultural, educativo, económico, industrial, etc. Por tanto, tratar de que nuestra infancia permanezca ajena a ellas, es una labor ardua y que, bajo mi perspectiva, tampoco nos llevará a buen puerto. Si, antes o después, les va a tocar manejarlas, tratemos de que lo hagan con el mayor dominio posible. Por ello, formarse en un uso y consumo crítico es clave para realizar un acompañamiento adecuado. 
Citando a Dolors Reig, son dos grandes cambios los que caracterizan la naturalización de la tecnología. Por un lado, el desarrollo de un ecosistema informacional; y, por otro, la emergencia de una comunidad interconectada. Y es precisamente desde este paradigma desde el que tenemos que preparar a nuestros niños y niñas para que sean capaces de desenvolverse de una manera adecuada en la actual Sociedad de la Información y el Conocimiento. Pero, ¿cómo podemos preparar a la nueva generación a que se enfrente a retos que nosotros no hemos tenido la necesidad de encarar? Sin duda, es un reto mayúsculo, quizás el mayor al que nos enfrentamos, y la sombra del salto generacional parece amenazar constantemente.
Creo que, en primer lugar, somos nosotros mismos, los adultos, los que tenemos que comenzar a desarrollar una serie de competencia (la digital, la mediática o la informacional entre otras) que no en todas las ocasiones están lo suficientemente adquiridas. Ser capaces de discernir entre una noticia verdadera o falsa, o comprender lo fundamental de consultar fuentes fiables son solo una ínfima muestra de la tarea que tenemos por delante. Pero el primer paso es tomar conciencia de aquellas cuestiones que todavía no dominamos, para ponerle remedio. 
Y, poniendo el foco en el segundo gran cambio promovido por las TICs, la comunidad interconectada, debemos replantearnos nuestras creencias. Y es que, según Reig, las últimas investigaciones desvinculan el uso de Internet y el aislamiento, relegando este a un primer momento, y desapareciendo en cuanto comenzamos a dominar la tecnología (su netiqueta, sus riesgos y sus bondades). Así que, a modo de resumen, si durante las vacaciones de Navidad empleamos las pantallas para rellenar las largas y oscuras tardes del recién comenzado invierno, que sea con criterio, con acompañamiento y con un sentido claro: formar e informar en el consumo crítico de las mismas.