Carmen Hernández

Carmen Hernández

Periodista


Maldita memoria

25/02/2024

Recordar es vivir de nuevo según dicen, pero yo creo que es el olvido el que nos liga a la vida sin remedio. Si evocáramos todo con precisión y nitidez una y mil veces,todos los días, el dolor no nos dejaría seguir adelante; y no aprenderíamos a andar ni a correr si tuviéramos presentes las veces que nos hemos caído y nos hemos hecho daño.
Somos capaces de olvidar hasta la muerte y, ¡menos mal!, porque no sería fácil comenzar cada mañana con la Parca como compañera de pupitre. Bendito olvido que nos hace perdonar el sufrimiento y a quienes nos lo causaron. Es un lastre que no podemos arrastrar todo el camino. No merece la pena ni intentarlo. Gracias al olvido, regresamos al mismo bosque hermoso donde nos acribillaron los tábanos, volvemos a escuchar en directo a aquel grupo que nos produjo dolor de cabeza y tomamos, de nuevo, esa tarta de chocolate exquisita que, horas más tarde, nos hace vomitar hasta la primera bilis.
Hay quien disfruta de un olvido selectivo y, aunque se suele decir que es el cerebro el que selecciona los recuerdos, yo creo que no actúa solo y por su cuenta. Algunas personas deciden tener, siempre, presentes sus sentimientos, sus deseos y sus ideas y sacar de su memoria los de los demás. Tiene que ver con la falta de ética y de empatía y se llama egoísmo o egocentrismo, o las dos cosas a la vez.
Los verdaderos desmemoriados pasan mucho tiempo intentando recordar y, a veces, en sus vidas, reina un caos de huecos y vacíos en los que aparece el fantasma de lo que fueron o de lo que soñaron ser. Pero no lo saben. A veces, sólo hace hace falta una sonrisa para seguir avanzando. Porque un sonido o un color evoca el impulso que, una vez, sirvió para tirar del carro de la vida. Y ahí van y no podemos seguirlos; porque se nos parte el alma aquí, sujetos, anclados al territorio de la memoria recordando -¡maldita sea!- los mundos que para ellos, ya no existen.