Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


En tres palabras

27/05/2022

De las cinco palabras del «¿Por qué no te callas?» a las tres de «Explicaciones, ¿de qué?». No se puede decir más con menos. Ahora que están tan de moda los asesores, si yo tuviera que buscarme uno, me buscaría al Emérito. El Emérito tiene mérito. Con los años, va reduciendo palabras al mismo ritmo que aumenta su desfachatez.  Pero en esa reducción de las frases a la mínima expresión es capaz de compendiar todo: sus delitos, su situación, su relación con la Casa Real y con su familia. El padre del rey se ha convertido en un ejemplo para las facultades de Periodismo en las que se inculca a los futuros periodistas las dos palabras mágicas: precisión y concesión. Ejemplo también para muchos de los que en vez de ofrecer ruedas de prensa sueltan un mitin sin ningún rubor. Lo que hubiera dado yo en cualquiera de los cientos de canutazos o ruedas de prensa a las que he asistido por obtener una respuesta de cinco o tres palabras con tantísimo contenido. 
Tanto mérito tiene el Emérito que es capaz de justificar su viaje a España con su participación en una regata a pesar de que tiene una inmovilidad evidente. A los Borbones no les han tocado buenas caderas. Mala suerte. Y aunque me pregunto retóricamente si cabe más desfachatez, me contesto a mí misma que estoy segura de que cabe. Este tipo es de los que se superan a sí mismos constantemente. Resulta que el campechano es el despotismo personificado. Pasa de todo. Se ríe de todo y de todos. Como dice mi madre, échame pan y llámame perro. Y mientras tanto, un grupillo de monárquicos (no sé cómo puede quedar alguno con semejante trayectoria) salen a vitorearle con un clásico ¡Viva el Rey y Viva España! También se vio algún que otro grupillo de republicanos indignados con la presencia del Emérito en Sanxenxo. Me consuela pensar que el resto, los que no han salido a las calles a manifestar su postura, son mayoría. Mucha mayoría. Quiero pensar que el que no vitorea no es juancarlista, ni monárquico y está en contra de este esperpento del que hasta la Casa Real, en sus fueros internos, ha reconocido que ha sido un error. Está visto que a pesar de ser monárquico, el Emérito se pasa al Rey de España por el primer arco de triunfo construido en Europa tras la caída del Imperio romano, o sea, por la puerta de Alcalá. No hay mayor detractor de la monarquía que Juan Carlos I, el que fuera rey de todos los españoles durante nada menos que 39 años. Casi los mismos que duró la dictadura de Franco. ¿A un tipo, ex rey para más señas, que no respeta lo apalabrado con Felipe VI se le puede considerar monárquico? Como periodista, estoy deseando volver a escuchar una de sus declaraciones. Si de cinco palabras ha pasado a tres, en su próximo acercamiento con los medios de comunicación dará un titular con una sola palabra. El sueño de cualquier experto en la materia.