Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Si supiéramos, no hablaríamos

14/05/2021

Me viene a la memoria aquella reflexión del poeta francés, Paul Valéry: «Si supiéramos, no hablaríamos». Yo misma, como ‘opinadora’, tengo mis momentos de inseguridades. Leo y releo mil veces mis artículos antes de enviarlos para asegurarme de que no estoy metiendo la pata por falta de información o por desconocimiento. También los repaso para evitar escribir la sandez del siglo (eso es más difícil de percibir en un texto propio). Termina una de esas semanas en las que bullen diversos frentes que sirven para que se disparen opiniones y juicios: la trifulca al término del partido del Numancia, el descenso del club rojillo, la visita de Mañueco al aeródromo de Garray (cada vez que viene comparto el consejo de quien le sugiere que se apunte a un curso intensivo de oratoria), el recorte en el envío de vacunas, el cierre de la hostelería en Ágreda, el informe del procurador del Común sobre la gestión del covid en las residencias de ancianos, el anuncio de la apertura de la nueva prisión de Soria, la nueva normativa de tráfico o la coleta que se ha cortado Pablo Iglesias que le ha quitado diez años de encima (¿seguirá siendo el coletas para sus detractores o le cambiarán el mote?). Todos opinamos de todo y de todos. Como si tuviéramos la información y los datos suficientes para poder emitir esos juicios. Antes se opinaba en la barra del bar de toros, fútbol y política. Ahora se opina de cualquier asunto en todas partes, especialmente en las redes sociales. Casi exclusivamente de manera virtual, porque es bastante difícil, por no decir imposible, soltar la perorata en la barra del bar debido a las restricciones sanitarias. 
Esta semana los internautas sorianos se han puesto las botas con todas estas informaciones y eventos. Las redes echaban humo intercambiando vídeos, fotos y, sobre todo, opiniones, insultos y también algunas risas porque, afortunadamente, no falta el sentido del humor, imprescindible siempre. En las redes cuelgas cualquier foto, vídeo, artículo o reflexión y de repente empiezas a ver el mensajillo, «escribiendo», y aparecen comentarios de personas que ni conoces ni sabes de dónde han salido. Como ocurre en la vida real, la de carne, hueso y piel; en la virtual aparecen sabidillos que opinan después de leer o mal leer o simplemente ver una foto o meme. Ni procesan la lectura ni analizan la imagen, pero ahí van, desfogándose como si tuvieran diarrea mental. Los hay que escriben dos palabras y los hay que sueltan tal parrafada que yo creo que van a Google, bendito Google que estás en los cielos, y hacen un ‘corta pega’. También existen los sabios humildes, modestos y discretos; pero de esos hay tan pocos que cuando aparecen me entran ganas de pedirles clases particulares.