Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Lo bueno que deja lo malo

31/12/2020

Como la canción de Mecano, estamos ante otro año más, aunque en éste no se darán cita en la Puerta del Sol marineros, soldados, solteros, casados, amantes, andantes ni algún que otro cura «despistao». La frase más repetida en los últimos días ha sido «qué ganas de que acabe el año». Convencidos de que al cruzar la frontera marcada por unos dígitos que ya hemos decidido que son malditos, 2020, la pandemia se vaya a esfumar. No olvidemos que el calendario es un invento humano, en algún momento  tenía que empezar y acabar la vuelta al sol que da la Tierra. De hecho, con el calendario romano el año empezaba a primeros de marzo. Por eso septiembre, el séptimo mes, es ahora, con el calendario gregoriano, el noveno. Octubre, que era el octavo, ahora es el décimo y así hasta diciembre. 
Estamos en días de balances y previsiones. De mirar hacia atrás y hacia delante. Como si tuviéramos poco con el aquí y ahora. La gran crisis mundial esconde los dramas individuales que tienen otros nombres como embargo, Alzheimer, cáncer, paro, maternidades y paternidades frustradas, etc. Yo prefiero quedarme con la parte amable que siempre nos deja la vida. Me quedo con todos los ancianos valientes que han sobrevivido con el coraje de sus tiempos mozos. Con las 19 personas que en Soria han cumplido cien años en este 2020. Con los 77 sorianos que pasan del siglo y pasan de la Covid. Me quedo con los hosteleros y comerciantes que siguen al pie del cañón, a pesar del BOCYL y de Igea, (Mañueco sigue invisible). Me quedo con las nuevas vidas que han llegado en este 2020. Con los que contarán a sus hijos y nietos que nacieron en plena pandemia. Sin tener conciencia, ya disponen de su propia batallita con la que amenizarán a sus descendientes, entre polvorones y turrones, en futuras Navidades. Me quedo con las personas que ni la Covid les roba el buen humor, el optimismo y la vitalidad.
Decimos adiós a un año que en primavera, bajo los efectos del confinamiento, nos alentó a ser mejores. Pero una vez pasados dichos efectos, volvimos a lo mismo. Lo que no me parece ni mal ni bien. La grandeza del ser humano es la libertad de la que dispone para elegir cómo vivir. La libertad es la que nos debe guiar en la vida. Cada cual tiene derecho a dedicar su tiempo y sus ganas y deseos a lo que más le plazca. Y precisamente eso es lo que nos ha quitado este 2020, la libertad. 
Decimos adiós a un año que colectivamente ha sido un año de mierda, como dicen muchos. Pero a nivel individual, habrá de todo. Habrá personas que hayan tenido un año magnífico, a pesar del recorte de libertades. Yo misma he tenido algún año infinitamente peor que el que hoy despedimos; pero aquí seguimos, valorando y agradeciendo todo lo bueno que lo malo también nos deja.