Carmen Hernández

Carmen Hernández

Periodista


Gaza

28/10/2023

Las mujeres de Gaza tienen muchos hijos, uno al año, por término medio. Y no es por cuestiones religiosas o por falta de preservativos; es porque, hace veinte años, decidieron que su papel en la lucha contra la ocupación israelí era ese: llenar Palestina de palestinos para que nunca los pudieran echar a pesar de los asentamientos judíos, a pesar de las innumerables  casas confiscadas, las toneladas de cosechas destruidas, los miles de palestinos deportados, encarcelados, heridos o asesinados por el Ejército israelí.
Me lo contaron en una peluquería de Gaza en 2003, la última vez que estuve allí, cuando la Guerra de Irak reemplazó, en los telediarios, a la Segunda Intifada; aquella revuelta palestina que había empezado en septiembre de 2000 cuando Ariel Sharon irrumpió en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén rodeado de soldados armados hasta los dientes, en una clara provocación destinada a darle 'brillo' a su campaña electoral. Aquello terminó con todas las esperanzas nacidas de los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 que contemplaban la creación de un estado palestino junto al de Israel. Nunca se creó. Por el contrario, Israel sigue permitiendo y fomentando  asentamientos de miles de judíos en territorio palestino contraviniendo dieciocho resoluciones de Naciones Unidas; y, cuando los expulsados protestan, Israel apela a su derecho a defenderse.
La peluquería estaba en un sótano como todo lo que se pueda considerar seguro en Gaza. De las dos embarazadas que había, una deseaba tener un hijo varón para dedicarlo a la lucha armada; la otra pensaba que ojalá el suyo pudiera trabajar para la ONU y salir de allí. Terminar con Hamás queda bien como eslogan pero no es posible.Los niños de la Segunda Intifada ya son mayores y no han conocido más que opresión, ataques, humillaciones y muerte. La mayoría nunca ha salido de Gaza más que para trabajar en territorio israelí y volver a casa por la noche pasando interminables controles donde, a veces, les obligan hasta a desnudarse. Para ellos, Hamás es la dignidad perdida.